


Este recorrido con Sabon me enseñó a ver cada carácter como un signo con historia y función. No se trató solo de “hacer bonito”: fue un aprendizaje sobre cómo el tamaño, el peso y el espacio configuran un orden de lectura, y de cómo esa sintaxis tipográfica comunica tanto como las palabras mismas.




Lo que más me gustó de este proyecto fue la sutileza y elegancia de Sabon y cómo pude transmitir esa esencia sin buscar composiciones desafiantes, sino apostando a la simplicidad y el respeto por el carácter de la tipografía. Cada decisión buscó honrar su delicadeza, y creo que logré reflejar esa voz serena en cada una de mis composiciones.






