El proyecto debía utilizar dos tintas: negro + una tinta plana a elección. Después de muchas pruebas, me decidí por una combinación de negro + verde oliva.
Esta elección no fue solo estética: el verde me remitía a lo vegetal, a lo orgánico, y al mundo editorial del Art Nouveau. Imprimí el proyecto sobre un papel Sundance Cream que aportaba calidez y contraste, y me ayudaba a marcar ritmo en la lectura visual.
La elección tipográfica
Este fue uno de los puntos centrales del proyecto: ¿qué tipografías pueden convivir a lo largo de diez caras tan distintas y a la vez sostener una coherencia editorial?
Cuando encontré Acma supe que era perfecta. Diseñada por Pangram Pangram, es una tipografía serif contemporánea que equilibra rigor geométrico con detalles expresivos.
Tiene una estructura clásica —perfecta para el tono editorial del proyecto—, pero también gestos propios, como los remates angulosos o las curvas tensas, que le aportan carácter. La usé para títulos, copetes y destacados, aprovechando su fuerza visual y su sofisticación.
Montserrat fue la compañera ideal. Su limpieza y neutralidad hacen que funcione muy bien como tipografía de lectura continua. La usé en párrafos, listados y notas, cuidando los cuerpos, interlíneas y tracking para lograr una lectura fluida.
Esta dupla me permitió jugar con el contraste visual y a la vez mantener una unidad tipográfica a lo largo de todo el desplegable.
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